sábado, 1 de agosto de 2020

5 minutos con Valentín Barrero




Es una mañana fría del 9 de noviembre del 2019 en Badajoz y el biruji hace estragos mucho antes del dilúculo. El viaje de Valencia a Badajoz el día anterior ha sido agotador, dos trenes; uno corto y otro eviterno. Y es que la interconexión a Badajoz, como a muchas otras localidades en el sur de España, forma parte de las promesas incumplidas de los gobiernos de todos los colores.  Hoy me toca enjuiciar con Valentin Barrero y Moises Perez en el concurso de Asociación Pacense, jueces de dilatada trayectoria, preámbulo breve de café y churros antes de empezar una jornada intensa de enjuiciamiento. Saludo a Valentin Barrero y después del desayuno nos detenemos en su casa para que pueda buscar su maletín, fiel guardián de los elementos básicos para enjuiciar; las planillas reglamentarias, el código de canto y el sello con el que se da el toque final a cada lote debidamente valorado. Cada planilla es una foto única y el sello es la firma del fotógrafo. Y es que Valentín enjuicia siempre sin ordenador, yo, en cambio me siento desvalido sin el mío. Aparece al rato, ya maletín en mano, con un ademán me invita a visitar brevemente su aviario, dispuesto en un local del bajo en el mismo edificio donde habita.

Apenas abre la puerta, el ambiente se llena de las inconfundibles notas de nuestro timbrado español, a diferencia de lo que se escucha muchos aviarios en la actualidad, las voces son potentes y metálicas, pero a su vez armoniosas, capaces de entonar unos floreos que adornan prolijamente su canción. Y es que Valentin Barrero Gonzalez, militar de profesión, es uno de los pioneros del canario timbrado español, como juez desde hace más de 40 años y, como criador desde finales de los años 50. Del lado izquierdo del pequeño local cuelgan unas voladeras con hembras, en el derecho, decenas de jaulas de concurso ocultas tras un paño, cobijándolas de la claridad.

Valentin nació en 1946, en Guareña, un pequeño pueblo de Extremadura enmarcado en la provincia de Badajoz con un padrón cercano a las 7000 almas.

¿Cuándo comenzaste a concursar?

Empecé a concursar entre el año 1964 o 1965 y crio desde 1954.

¿Cómo te nació la afición por el timbrado español?

Cuando era pequeño y vivía en Guareña, durante mi trayecto de mi casa al colegio escuchaba el canto de unos pájaros colgados en un balcón del zaguán, sabía que eran de un señor madrileño que había venido como jefe de mecánica de un particular. Recuerdo que me quedaba plantado en la acera ensimismado al escucharlos. Pronto me di cuenta de que todos los días les llevaba el entramado de pan y queso que les ponía a los pájaros, motu proprio, comencé a llevárselo, poco a poco me fui granjeando su amistad, hasta que un buen día me dejó entrar a ver los pájaros, recuerdo que eran preciosos, todos amarillos. Al terminar la temporada me regaló una pareja y a partir de ese momento comenzó mi andadura en la cría del canario timbrado. Eso fue en el año 1954, frisaba ya los 12 años, desde ese entonces he tenido pájaros donde quiera que he estado.



Con tanto tiempo en este mundo del timbrado seguro has conocido a personajes importantes de la historia del timbrado

A decir verdad, conocí a conspicuos criadores y jueces como Rafael Martinez Bouzo, Jesus Gómez del Cueto, Angel Salido, los hermanos Plaza, Juan Luis Plata Guerra de Cáceres, Clemente Lillo, etc., con muchos de ellos enjuicié.

¿Desde cuando eres juez de timbrado español?

Desde el año 1975 o 1976 y luego OMJ (Juez Internacional avalado por C.O.M.) en 1981. Fui algunos años presidente de la comisión técnica.

En ese rol de presidente de la CT te habrán tocado vivir momentos interesantes, modificaciones de la planilla, etc.

Participé únicamente en la modificación de la última (la actual vigente en COM), como anécdota la modificamos en 1987, en apenas 24 horas en casa de Álvaro Guillen y fue un trabajo de Guillen, Albino Fernández, Lillo y mi persona siendo aprobada por la COM muy rápidamente.



¿Qué es lo que más te gusta del timbrado?

-          ¡Todo! – dice enfáticamente- el pájaro se ha dulcificado tanto que es una eminencia lo que tenemos. Y no nos damos cuenta de todo lo que ha tenido que pasar para llegar a eso, y hablo de timbrado en general, no de floreados.

Puedo contarte una anécdota de un mundial en Portugal donde fuimos a llevar unos ejemplares Jose Membrives y yo, eran solamente 20 lotes, pero para quue pudieran ser enjuiciados tuvimos que pedir unas mantas para tapar los pájaros porque los PIAUS y CHAUS eran ensordecedores. Y de eso a lo de ahora hay un trecho largo, ya poco se escuchan esos pájaros estridentes, los de ahora tienen unos floreos espectaculares unas compuestas muy bonitas, buenas castañuelas y cascabeles. Lo digo en general.

En cuanto a mí, lo que mas trabajo es la voz, no me importa si le falta una o dos notas pero la voz no puede faltar.

¿Qué consejo le darías a los aficionados de hoy en día?

Pues que críen lo que consideren oportuno, lo que realmente les guste. Aunque obtenga malos resultados en los concursos, debe seguir insistiendo. Cuidado al meter líneas nuevas. Yo en particular no meto nada ni hembras ni machos si desconozco su origen, para hacer líneas de canto se deben seleccionar muy pocos pájaros y trabajarlos incesantemente. De mezclar pájaros de diferentes lados no se obtiene nada, eso yo creo que nos ha pasado a todos. Hay que buscar pájaros de buena voz, oquedad y que sea además valiente para cantar, que sea constante. Pájaros que pequen en exceso por fuertes más que débiles.

Sobre la mesa, las colillas de un fumador impenitente, me imagino las tardes con el periódico, un cigarrillo y un café. Ya es hora de irse.  Fue un buen día de enjuiciamiento, ejemplares interesantes. Para la comida, disfrutamos de la gastronomía y la hospitalidad del Mesón de Galicia propiedad de otro excelente aficionado, Damian Hernández. Agradezco también a Francisco Torreescusa todas sus atenciones como anfitrión del concurso. Me voy contento, buen trato, buenas personas y mucho respeto. Me esperan 5 horas de autobús a Madrid y un AVE a Valencia. Intenso pero gratificante.




 


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