lunes, 3 de julio de 2017

Factores que aceleran la evolución del canto

Asumimos basados en las observaciones de varios años que la transición a la madurez sexual (correlacionada en forma directa con la evolución de la adquisición del canto) una muestra de pichones de canarios sigue una distribución normal estandarizada en la cual se observa que: un 10% de pichones se retrasaran con respecto a su proceso de maduración normal, un 80% presentará una evolución normal y un 10% se adelantará con respecto al resto.

Para darle un enfoque pragmático significa que tenemos poder de actuación mediante una apropiada gestión como criadores sobre el 90% de los pichones con énfasis en el 80% que experimentará un proceso de maduración normal. Sobre el 10% que se adelanta sólo es posible actuar si mantenemos una observación continua y se toman rápidas medidas que en la mayor parte de los casos son mitigantes y de prevención para evitar efectos negativos sobre la mayoría del grupo.  Estas medidas con respecto al grupo que se adelanta persiguen lograr silenciarlo en su repaso, mediante la introducción de un elemento generador de estrés para evitar su influencia sobre el resto del grupo.
En lo que respecta a la correcta gestión del resto del voladero, el objetivo es la creación de condiciones que permitan el desarrollo de los ejemplares en los tiempos previstos (para canarios de canto usamos un periodo referencial de entre 6 y 7 meses) aislando proactivamente las posibles incidencias. No hay que olvidar que un voladero, en la canaricultura de canto, es un ambiente creado artificialmente por el criador destinado a gestionar la muda y a cristalizar el potencial genético del ejemplar mediante la educación (sea esta positiva o negativa).  De igual manera, no se debe olvidar que dentro del grupo que evoluciona hay diferentes estadios de maduración y que cada ejemplar presenta diferencias menores en su progreso sobre las cuales deberíamos actuar en forma individual pero que por razones pragmáticas (i.e. restricciones logísticas como la disponibilidad de espacio) lo hacemos de manera colectiva a la hora de enjaular. Entre los factores que deben ser gestionados se destaca:

Gestión de la iluminación: se preferirá la luz solar indirecta a la artificial, un exceso de iluminación acelera negativamente la evolución del ejemplar precipitando la cristalización del canto. Un exceso de penumbra tampoco es conveniente ya que, aunque pareciera favorecer el aprendizaje encierra el riesgo de la ralentización del desarrollo y un mayor riesgo al exponer al ejemplar a variaciones de iluminación. En resumen, luz indirecta solar de baja intensidad permitiendo a los pichones experimentarla de acuerdo con la evolución del día proporcionándoles periodos de tiempo para el repaso.

Densidad de ejemplares por voladera: esta es una variable por demás interesante ya que solo he podido establecer conclusiones sobre voladeras de un 90-100 centímetros de longitud, sobre voladeras de mayor tamaño (y quizás no muy apropiadas para la educación) no puedo correlacionar el proceso de maduración con el número de ejemplares alojados. En una voladera de 90 a 100 centímetros,  el número de ejemplares idealmente debería ser cercano a 10, un número mayor de ejemplares induce un nivel de interacción social mayor, favorece el picaje y resta tiempo para la retroalimentación auditiva del ejemplar. Se deben proporcionar un nivel adecuado de posaderos que permitan a todos los ejemplares descansar sin necesidad de disputar espacios. En particular uso posaderos de 5 centímetros estratégicamente distribuidos por la voladera.  Se destaca también que un número bajo de ejemplares por voladera acelera la maduración de los ejemplares. En cuanto a la distribución sexual no encuentro correlación con el proceso de maduración, aunque tengo por costumbre dejar un número equivalente de machos y hembras distribuidos por cronología de nacimiento. La excepción de la regla es la aparición de alguna hembra cantora, que en cuanto observo remuevo sin contemplación.

Alimentación: La alimentación debe ser muy balanceada con cuidado de regular el suministro de semillas grasas y el de pasta de cría. Se debe evitar el cañamón y limitar semilla negra y bastar aquella que acompaña a la mayoría de los pastones. En cuanto al pastón suministrárselo un máximo de 2 o 3 veces a la semana. Suministrar vegetales y frutas, vitaminas y complementos minerales en su justa medida (BIPAL es una excelente opción), una alimentación con exceso de grasas ocasiona trastornos en el desarrollo del ejemplar y en combinación con una política incorrecta de suministro de vitaminas inducir una muda anormal o el reinicio del proceso de muda.

Cambios de micro y macro-ambientes: el cambio de ejemplares entre voladeras o el movimiento de voladoras puede inducir mudas extemporáneas o cambios en el comportamiento del ejemplar con repercusión en su normal evolución.