martes, 9 de marzo de 2021

Reflexión: la importancia de ponerse en contexto

 


El año 2020, acompañado de la cruenta pandemia del coronavirus, aceleró el proceso de globalización de muchas aficiones que ya estaban en esa senda evolutiva gracias, principalmente, a las redes sociales. Claros ejemplos de ello son los diferentes grupos de telegram y de whatsapp donde los miembros de diferentes clubes y sociedades ornitológicas comparten diariamente diferentes facetas de su afición.

 El acceso a expertos o a criadores de renombre para que compartan sus conocimientos, pasó de ser algo novedoso a un hecho cotidiano. Curiosamente fueron los clubes de Venezuela y Colombia los que originaron esta iniciativa de ciclos de charlas usualmente acompasados de una andanada de preguntas por parte de los aficionados. 

Así que para muchos aficionados de hogaño es natural que a través de su teléfono móvil puedan leer un artículo recién publicado en las redes sociales, consultar a un experto veterinario aviar o acceder a información detallada sobre una materia de su interés. Pero, frecuentemente, obviamos que no siempre fue así y olvidamos ponernos en el contexto temporal apropiado al hacer juicios de valor sobre el pasado. Ponerse en contexto en tiempo y espacio es una suerte de aventura empática que nos permite valorar las dificultades, el esfuerzo y el tesón de los canaricultores de generaciones pasadas.

Los medios de comunicación existentes son los que determinan el alcance y la coordinación de las actividades, en ese sentido, y a modo de ejemplo, si nos trasladáramos a los años 50 y 60 del siglo pasado podríamos valorar con mayor justicia la creación del timbrado español. En esos años solo se disponía de comunicaciones impresas, teléfono residencial, telegrama y fax. Así que el teléfono y el “vis a vis” eran los medios de comunicación por excelencia. Siendo el “vis a vis” limitado principalmente por el coste. Por comunicaciones impresas me refiero específicamente a la publicación de libros, revistas, cartas y, en menor escala, telegramas[1]. El inicio de los años 50 enmarca el esfuerzo de creación del canario timbrado español, acción liderada por un pequeño grupo de entusiastas canaricultores de la ACE, pero ¿Cómo fue coordinado ese proceso de escogencia de aquellos ejemplares? El esfuerzo cíclico de selección y fijación de las notas indiscutiblemente fue más arduo de lo que imaginamos hogaño con la disponibilidad de la educación electrónica, que en esencia es un maestro sin defectos y “a la carta”. Lidiar con varios maestros que tengan cada uno la nota objetivo pero que a su vez tengan algún defecto no es tarea fácil. Diez años de trabajo arduo recibiendo fuego amigo de

De igual manera, al escuchar un ejemplar, debemos ponernos en el contexto temporal en el cual fue obtenido. Generar un ejemplar como el famoso “polémico” de Francisco Aroca tampoco debe haber sido simple. Los medios de reproducción eran analógicos (una cinta o casete, ciencia ficción para los criadores jóvenes) y los procesos de edición eran arcaicos. No podemos valorar con el mismo baremo a los ejemplares obtenidos en la actualidad con las herramientas de edición digital, con los detalles y procedimientos disponibles y con la complicidad de la piratería habilitada por las redes sociales.

Inicialmente la divulgación de la afición se basó en las publicaciones de revistas y en el “boca a boca” entre diferentes canaricultores, para un aficionado novel era difícil acceder a un criador de prestigio, menos aún a sus ejemplares. Hasta hace muy poco los criadores blindaban sus maestros haciéndolos inaccesibles para la mayor parte de los aficionados. Y es que sin un buen maestro no había ninguna oportunidad de ser exitoso. Hoy en día, la educación electrónica ha permitido “democratizar” el éxito en la afición, desafortunadamente también ha permitido que algunos sean exitosos sin conocer el código ni entenderlo, simplemente por tener la forma de acceder a un buen audio. 

Hogaño escuchar cualquier ejemplar mediante un video o un audio y formarnos nuestra propia valoración, antaño debíamos confiar en la opinión de otros si no podíamos asistir a un concurso. Y es así como hoy en día nos formamos opiniones acerca de determinados tipos de canarios del pasado basadas en las de terceros, que puedan estar subjetivadas a su gusto, a un rumor o peor aún, a una finalidad de promover un tipo de canario en particular.

Y este ejercicio de contextualización no solo debemos ejecutarlo en términos de esta maravillosa afición sino en todo análisis, y en especial, cuando algunos quieren valorar hechos históricos usando elementos actuales con el objetivo de “cambiar” la historia para apropiarse del relato y hacer proselitismo. Para muestra un botón, en fin, no quiero desviarme del tema central. Así que no olvidéis el ejercicio de justicia de poneros en el contexto histórico adecuado antes de valorar ejemplares, hechos o decisiones históricas.

 

 



[1] ¡Sí!, pregúntele a un joven de veinte años que es un telegrama y se llevará una sorpresa

1 comentario:

  1. Apreciado Ernesto, tu artículo me ha remitido mentalmente a mis inicios como timbradista hace 25 años. Desde Girona concertaba con criadores de Igualada visita a sus domicilios. Pasaba el domingo escuchando sus ejemplares y seleccionando para llevarlos a casa. Cuánta humanidad había en aquellos encuentros! Cuánto aprendí de aquellos veteranos! Y sí, al principio te escondían sus maestros. Pero pude hacerme con muy buenos timbrados. Aún ahora, en la comarca de l'Anoia se siguen criando Buenos timbrados clásicos catalanes

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