miércoles, 10 de agosto de 2022

Sobre la nueva Ley de Bienestar Animal: proteger extinguiendo

Por Miguel del Pino Luengo


Que nadie caiga en el error de pensar que estamos ante un problema menor o ante un tema secundario: la nueva Ley de supuesta "defensa animal" supone en realidad una condena a la extinción a corto plazo de las razas y especies de animales domésticos que se ha tardado siglos en seleccionar, entre ellas las razas españolas autóctonas.

 

La intencionalidad que cada uno de los artículos de la ley rezuma está trufada de espíritu liberticida; vamos a ponerlo muy claro: todo poseedor de un animal de compañía queda privado de su derecho a la presunción de inocencia en el cumplimiento de la legislación. Por el hecho de tener un perro, un gato o un canario se convierte en un peligro de abandonarlo y la crianza se prohíbe "de facto": se acabó el mundo de las mascotas.

 

El tema no queda reducido a perros y gatos ya que diferentes puntos de la disparatada Ley hablan de "la totalidad de los animales de compañía". Hay puntos verdaderamente tragicómicos, como la orden de que cada vez que una mascota cambia de manos haya que establecer minuciosos contratos y ¡esterilizar! Los animales domésticos solo podrán ser criados por unos misteriosos "criadores profesionales". ¿No ven en el horizonte próximo nuevos y absurdos impuestos?

 

 

¿Quiénes serán esos "criadores profesionales? Hasta ahora la labor de reproducción y selección racial corría a cargo de aficionados, verdaderos amantes de los animales, que con conocimientos y esmero se asociaban en organizaciones como la Real Canina o las diferentes confederaciones de ornitofilia deportiva. ¿Se terminarán los concursos y exposiciones?

 

El control a nivel de criadores, basado en los Libros de Orígenes y los microchips para mamíferos, y en el anillado para aves venía funcionando de manera aceptable; se equivocan de plano los podemitas en el poder al creer que el problema del abandono radica en la crianza amateur deportiva: no saben de lo que están hablando.

 

La obsesión por esterilizar de estos "protectores" alcanza niveles patológicos: esterilizar supone la extinción a corto plazo y solo podrán tener reproductores de las diferentes especies y razas domésticas quienes digan "ellos". Extinguida la figura de los criadores deportivos que sacan adelante unas cuantas camadas o nidadas para mantenimiento de la afición y están cualificados para emitir factura de sus ventas, ¿quiénes serán los nuevos criadores de perros, gatos, canarios o hamsters?

 

Cuidado, ministro Garzón, que se avecinan las macrogranjas que tanto le horrorizaban, pero esta vez serán de mascotas, en tiempos recientes ya las hubo y resultaban verdaderamente siniestras.

 

No me hablen de las excepciones, porque cada una de las que se establezcan no hará sino confirmar las absurdas reglas. Cuando la nueva ley trata de esquivar las objeciones de los criadores de perros de caza muestra tanto horror a que perros y perras entren en contacto como el que afectaba a aquellas enloquecidas "proteccionistas avícolas" que extraditaban al gallo del gallinero para evitar que "violara" a las gallinas.

 

Los amantes de los animales de compañía cuyas actividades se encontraban controladas, especialmente por el asociacionismo y el control con chips y anillas, veían venir esto con horror, pero no esperaban que se consumara dada la carga de fanatismo ideológico "peluchista" que lo caracteriza; pues bien, ya ha llegado.

 

Hay poco tiempo para actuar y la respuesta a tanto disparate solo puede llegar a partir de veterinarios y asociaciones. Desde los años sesenta del pasado siglo las Facultades de Veterinaria se poblaron de estudiantes de ambos sexos plenos de vocación que extendieron el capo de su profesión, antaño dedicada fundamentalmente a los animales de consumo, al terreno de la atención de las mascotas. ¿No tienen ellos nada que decir?

 

¿Y las Asociaciones? ¿Qué dice la Real Canina?, ¿Y las Confederaciones de Ornitofilia? Todos los que disfrutamos con nuestros queridos animales, sean "damas", "vagabundos" o periquitos charlatanes, estamos afectados por la mirada acusadora de quienes ven peligrosidad y maldad donde solo hay buena gente. ¿Saben el cariño que dan, y reciben, de sus animales domésticos tantas personas carentes de otros bienes afectivos?

 

Recientemente me permití recomendar a las autoridades de tal Real Sociedad Canina Española que aprovecharan la celebración en Madrid del Campeonato Mundial de Cinofilia para denunciar lo que estaba a punto de llegar y que acababa de hecho con la labor de selección recogida en el libro de Orígenes Español. Entre todos hemos dejado conquistar el terreno a unos fanáticos ignorantes que confunden al animal con el peluche.

 

La Fundación Purina, a través de diferentes Seminarios, ha venido informando de los beneficios para la salud que supone para muchas personas la compañía de un animal. ¿Creen los fanáticos en el poder que solo hay maldad y peligro en tanta buena gente que cuida con mimo a sus animales?

 

La inspiración es podemita, pero la responsabilidad es del Gobierno; vendría bien que este reparara en el porcentaje de ciudadanos que tienen mascotas y que no supone un semillero de votos despreciable.

 

Por aportar como ejemplo la opinión de alguien en cuyo prestigio cree la izquierda, recuerdo que Enrique Tierno Galván, entonces alcalde de Madrid, me dijo en la inauguración de una preciosa exposición de canarios en el madrileño Parque del Oeste: "aficiones como esta de ustedes son parte integrante de la paz".

 

Pues bien, ataques a la libertad como el que supone esta Ley que criminaliza a los criadores de mascotas, a los que pretende convertir en "esterilizadores", son "parte integrante de una guerra contra la libertad trufada de ignorancia y tontuna".

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