Hace apenas una semana comencé la cría, como
varias hembras estaban en celo, tenía que viajar una semana a Brasil y una vez
juntadas las parejas el primer huevo se produce a los seis o siete días dejé
juntas 6 hembras con sus respectivos machos. Al llegar, revisando los nidos
encuentro dos huevos puestos por una de las hembras a la que más optimismo le
tenía esta temporada, una hembra pía preciosa. Estos dos huevos tenían problemas
a nivel de formación calcárea, uno de ellos en fárfara y el otro presentaba una
ruptura cercana a uno de sus polos. Al
observar esto procedí a suministrarle calcilux en el agua y un complemento
mineral en forma de grit, el tercer huevo fue normal y hoy esperaba el cuarto
con la ilusión del que la puesta tuviese por lo menos dos huevos. Al llegar al
aviario esta mañana observo a la hembra cabizbaja, arrinconada y con el pico abierto
jadeando, la típica sintomatología de retención de huevo.
La tomo sin que
oponga mayor resistencia y mis temores se confirman; la cloaca ha sufrido un
prolapso, así que comienzo el protocolo de extracción del huevo por medio de
masajes muy delicados y precisos, apenas comienzo me doy cuenta que ya no
respira y que sus ojos están cerrados, sigo con el proceso y logro sacarle el
huevo en perfecto estado. La puesta la realizará otra hembra que solo ha puesto
dos huevos, pero esta hembra, tan mimada y consentida se ha ido.
Y es que los
ejemplares que uno más aprecia suelen ser las víctimas de los imponderables,
término muy utilizado por el afamado colombófilo cubano Victor Manuel Perez
Lerena(http://palomasdelahabana.blogspot.com/p/d-victor-perez-lerena.html) para
referirse a aquellas circunstancias que se presentan de forma imprevista e
inevitable.
Y comienzo a recordar casos similares donde la
suerte ha sido caprichosa; en el 2010 cuando traje un magnifico ejemplar del
aviario de Francisco Aroca, fui desde Madrid a Valencia solo a buscarlo, venia
también cargado de ilusiones. Esa noche, ya de vuelta en Madrid, cené con otro aficionado
quien me dirige una crítica directa e incesante por haber adquirido aquel
ejemplar al que cariñosamente bauticé “Paquito” en honor a su criador.
– Ya verás lo que dará este ejemplar – le digo
ya cuando el tema se vuelve repetitivo.
Al llegar a Panamá, colocó al ejemplar en una
jaula de concurso y observó que levanta una de las patas en señal de profunda
molestia. Al revisar detalladamente, observo una lesión en la almohadilla: “clavos”.
La lesión ya presentaba una inflamación importante por lo que procedí a iniciar
el tratamiento, que en aquel momento no dominaba en absoluto. El ave comienza a
mejorar y lo emparejo con una de mis mejores hembras, una verde de anilla
02-FQ011-2010. A los pocos días, Paquito muere, víctima de su afección. La
puesta es muy corta, de solo tres huevos, de los que nacen dos machos amarillos
y una hembra verde, viva imagen de su madre. Los machos amarillos son
ejemplares espectaculares (24-FQ011-2011 Y 25-FQ011-2011) obteniendo premios en
varios concursos de la temporada 2011. De ellos derivaron muchos ejemplares que
cosecharon muchos triunfos incluyendo el campeonato de España 2012 (en manos de
otro criador) y otro descendiente logró una medalla de plata en el mundial (también
en manos de otro criador). Irónicamente, dos años más tarde, aquel criador que
me había criticado tanto por la adquisición de Paquito me compra uno de sus
hijos para utilizarlo como reproductor.
Todavía hoy, los descendientes de Paquito
siguen dando ejemplares de magnifica calidad y siempre me pregunto si lo
hubiese cruzado con un par de hembras más que tipo de ejemplares hubiera dado,
pero parece que su destino estaba destinado a cruzarse con una sola hembra y a
dar esos dos campeones.
Y es que parece que el destino también juega caprichosamente
con nuestras aves, o ¿será una cuestión solo de mala suerte? Habrá que esperar
por el destino de los dos huevos póstumos de esa hembra pía, ya os contaré la historia…………….
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