Barrigón jugueteando con Dani |
Pues bien en este orden de ideas he recordado recientemente la historia de Barrigón, una palomo de
esos que denominamos bastos por
carecer de alguna casta dentro del orden de las columbiformes.
No sé si recordáis los que me leéis pero antes de mi afición por los
canarios y desde muy pequeño, con apenas diez años, mi afición fueron las
palomas mensajeras, las que criaba con verdadera pasión, a la vez que devoraba con avidez
todas las publicaciones del célebre colombófilo
cubano Víctor Manuel Pérez
Lerena[i] en nuestra
casa del Barrio de Vegueta[ii] localizada en el mismo corazón de Las Palmas de Gran Canaria.
Corría el año 2001 y vivía yo en la ciudad de Caracas, iba saliendo con
mi hijo Dani de visitar a mi familia
política que vivía a unos doscientos metros de mi casa, apenas traspasamos los
linderos del edificio vimos algo moverse entre las bolsas de basura que
atestaban una esquina de la calle.
Al aproximarnos, vimos un pequeño
bulto cubierto de un escaso plumón amarillo. Como ya había criado palomas desde
que aproximadamente tenía la misma edad de mi hijo, rápidamente estime
la edad de aquel indefenso pichón en unos 6 o 7 días a lo sumo. Así se lo
explique a Dani, además de indicarle las escasas posibilidades de supervivencia
de aquella diminuta avecilla desprovisto circunstancialmente de sus padres. Y
bueno…., ya sabéis como son los críos a esa edad: vamos a llevarlo a casa!. Ya
me imaginaba yo el follón con mi mujer al aparecerme con el nuevo huésped en el
apartamento, sin embargo, y, como tantas otras veces me ha pasado, me equivocaba.
El amor que desde siempre mi
esposa ha profesado hacia los animales (bueno, lo suyo son más los perros) le hace compadecerse de aquel diminuto ser apenas abrigado en una delgada e
incipiente pelusa. Le explico cómo hay que alimentarlo abriéndole el pico
varias veces al día suministrándole una papilla casera que elaboramos a diario.
Entre mi esposa y yo le alimentamos aunque debo ser justo enfatizando más su rol que el mío ya que mis responsabilidades laborales no me permitían
estar en casa el tiempo que hubiese querido. La avidez que demostraba nuestro huésped nos hizo
coincidir en el nombre con el que lo íbamos a bautizar: Barrigón.
Poco a poco, el animalito comienza a crecer y apenas nos veía comenzaba
a piar con esa urgencia característica de
los pichones que avistan a sus
progenitores. Los próximos retos son, y en ese orden, enseñarle a comer solo y
enseñarle a volar (incitarle quizás para ser más precisos). Lo primero ocurre con
relativa simpleza cuando recortamos las sesiones de alimentación y el hambre se
convierte en su principal motivación. Observamos además que Barrigón comenzaba
a batir las alas por momentos como ejercitando aquellos prospecto de músculos
alados, de aquel ejercicio inicial a
vuelos cortos hacia nuestros hombros dentro del apartamento. Comenzaban
entonces los problemas; no lo podíamos tener en una jaula por su tamaño y
necesidades de movimiento y tampoco lo podíamos tener en libertad dentro de un
apartamento por razones obviamente higiénicas y de seguridad para el mismo
palomo. Llega entonces el día en el que decidimos que había que darle la
libertad a nuestro Barrigón. Dani y yo subimos a la azotea y lo colocamos sobre
un saliente, hay otras palomas volando a nuestro alrededor y esto nos hace
pensar que lo mejor que le puede pasar a nuestra mascota es incorporarse al
grupo olvidando a su familia adoptiva. Podría así disfrutar de una vida normal
en compañía de sus congéneres. No hubo manera de que quisiera despegar…………. El
sol del mediodía comenzaba a apretar y decidimos ir a comer para subir más tarde para
comprobar el progreso de nuestra misión. Así lo hacemos.
Una hora más tarde suena el timbre del apartamento, era el vecino que ya
nos conocía: Oiga, hay una paloma en la puerta de su casa y creo que es suya. En
efecto, nuestro Barrigón ha bajado “caminando”
(o a ritmo de pequeños saltos como lo queráis definir) tres pisos por la escalera desde la
azotea hasta nuestra apartamento en sexto piso. Aquello nos resultaba del todo inverosímil pero solo era la primera de muchas sorpresas que nos daría Barrigón.
Incrementalmente continúan nuestras frustraciones al negarse Barrigón a
efectuar ninguna peripecia usando sus alas, decidimos que por su bien debemos
tomar una decisión con nuestra paloma-perro. Transcurrieron unos días y
decidimos dárselo a Alberto(QEPD), un amigo de la prima de mi esposa, él si
dispone de una casa tipo townhouse [iii]que
comparte con un rottweiler.
Poco a poco, Barrigón va haciendo de las suyas, la idea inicial era que
estando en el jardín comenzara sus aventuras aladas, y en efecto lo hace, solo
que siempre regresaba y se metía en la casa a jugar con el perro montándosele en
el hocico y picoteándole como incitándolo inocentemente a jugar. Por increíble que
parezca, Barrigón continua impresionando a sus nuevos dueños, apenas salía
Alberto en el coche lo perseguía volando sobre el mismo por varias manzanas y posándose
en el techo cuando se detenía. Esto continuó por meses hasta que sus regresos
comenzaron a espaciarse cada día más y un buen día ya no regresó. Quiero pensar
que se fue a fundar su nueva familia y que aquel indefenso pichón apenas moviéndose
entre los restos de basura del callejón tuvo la oportunidad de vivir y
compartir gracias a la oportunidad que le dimos.
Lo que aprendió Dani en su tiempo compartido con Barrigón: invaluable. A
cuantos animales les negamos la oportunidad de vivir por no ceder un ápice en
nuestra comodidad?. Espero que esta anécdota que me tocó vivir os haya
gustado.
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