Por Miguel del Pino Luengo
Que nadie caiga en el error de pensar que estamos ante un problema menor o ante un tema secundario: la nueva Ley de supuesta "defensa animal" supone en realidad una condena a la extinción a corto plazo de las razas y especies de animales domésticos que se ha tardado siglos en seleccionar, entre ellas las razas españolas autóctonas.
La intencionalidad que cada uno
de los artículos de la ley rezuma está trufada de espíritu liberticida; vamos a
ponerlo muy claro: todo poseedor de un animal de compañía queda privado de su
derecho a la presunción de inocencia en el cumplimiento de la legislación. Por
el hecho de tener un perro, un gato o un canario se convierte en un peligro de
abandonarlo y la crianza se prohíbe "de facto": se acabó el mundo de
las mascotas.
El tema no queda reducido a
perros y gatos ya que diferentes puntos de la disparatada Ley hablan de
"la totalidad de los animales de compañía". Hay puntos verdaderamente
tragicómicos, como la orden de que cada vez que una mascota cambia de manos
haya que establecer minuciosos contratos y ¡esterilizar! Los animales domésticos
solo podrán ser criados por unos misteriosos "criadores
profesionales". ¿No ven en el horizonte próximo nuevos y absurdos
impuestos?
¿Quiénes serán esos
"criadores profesionales? Hasta ahora la labor de reproducción y selección
racial corría a cargo de aficionados, verdaderos amantes de los animales, que
con conocimientos y esmero se asociaban en organizaciones como la Real Canina o
las diferentes confederaciones de ornitofilia deportiva. ¿Se terminarán los
concursos y exposiciones?
El control a nivel de criadores,
basado en los Libros de Orígenes y los microchips para mamíferos, y en el
anillado para aves venía funcionando de manera aceptable; se equivocan de plano
los podemitas en el poder al creer que el problema del abandono radica en la
crianza amateur deportiva: no saben de lo que están hablando.
La obsesión por esterilizar de
estos "protectores" alcanza niveles patológicos: esterilizar supone
la extinción a corto plazo y solo podrán tener reproductores de las diferentes
especies y razas domésticas quienes digan "ellos". Extinguida la
figura de los criadores deportivos que sacan adelante unas cuantas camadas o
nidadas para mantenimiento de la afición y están cualificados para emitir
factura de sus ventas, ¿quiénes serán los nuevos criadores de perros, gatos,
canarios o hamsters?
Cuidado, ministro Garzón, que se
avecinan las macrogranjas que tanto le horrorizaban, pero esta vez serán de
mascotas, en tiempos recientes ya las hubo y resultaban verdaderamente
siniestras.
No me hablen de las excepciones,
porque cada una de las que se establezcan no hará sino confirmar las absurdas
reglas. Cuando la nueva ley trata de esquivar las objeciones de los criadores
de perros de caza muestra tanto horror a que perros y perras entren en contacto
como el que afectaba a aquellas enloquecidas "proteccionistas
avícolas" que extraditaban al gallo del gallinero para evitar que
"violara" a las gallinas.
Los amantes de los animales de
compañía cuyas actividades se encontraban controladas, especialmente por el
asociacionismo y el control con chips y anillas, veían venir esto con horror,
pero no esperaban que se consumara dada la carga de fanatismo ideológico
"peluchista" que lo caracteriza; pues bien, ya ha llegado.
Hay poco tiempo para actuar y la
respuesta a tanto disparate solo puede llegar a partir de veterinarios y asociaciones.
Desde los años sesenta del pasado siglo las Facultades de Veterinaria se
poblaron de estudiantes de ambos sexos plenos de vocación que extendieron el
capo de su profesión, antaño dedicada fundamentalmente a los animales de
consumo, al terreno de la atención de las mascotas. ¿No tienen ellos nada que
decir?
¿Y las Asociaciones? ¿Qué dice la
Real Canina?, ¿Y las Confederaciones de Ornitofilia? Todos los que disfrutamos
con nuestros queridos animales, sean "damas", "vagabundos"
o periquitos charlatanes, estamos afectados por la mirada acusadora de quienes
ven peligrosidad y maldad donde solo hay buena gente. ¿Saben el cariño que dan,
y reciben, de sus animales domésticos tantas personas carentes de otros bienes
afectivos?
Recientemente me permití
recomendar a las autoridades de tal Real Sociedad Canina Española que
aprovecharan la celebración en Madrid del Campeonato Mundial de Cinofilia para
denunciar lo que estaba a punto de llegar y que acababa de hecho con la labor
de selección recogida en el libro de Orígenes Español. Entre todos hemos dejado
conquistar el terreno a unos fanáticos ignorantes que confunden al animal con
el peluche.
La Fundación Purina, a través de
diferentes Seminarios, ha venido informando de los beneficios para la salud que
supone para muchas personas la compañía de un animal. ¿Creen los fanáticos en
el poder que solo hay maldad y peligro en tanta buena gente que cuida con mimo
a sus animales?
La inspiración es podemita, pero
la responsabilidad es del Gobierno; vendría bien que este reparara en el
porcentaje de ciudadanos que tienen mascotas y que no supone un semillero de
votos despreciable.
Por aportar como ejemplo la
opinión de alguien en cuyo prestigio cree la izquierda, recuerdo que Enrique
Tierno Galván, entonces alcalde de Madrid, me dijo en la inauguración de una
preciosa exposición de canarios en el madrileño Parque del Oeste:
"aficiones como esta de ustedes son parte integrante de la paz".
Pues bien, ataques a la libertad
como el que supone esta Ley que criminaliza a los criadores de mascotas, a los
que pretende convertir en "esterilizadores", son "parte
integrante de una guerra contra la libertad trufada de ignorancia y
tontuna".
No hay comentarios:
Publicar un comentario