En días pasados se estableció un debate en relación con la estrategia de exposición al audio objetivo durante el proceso de educación.
Un criador sostenía, no sin cierto dejo de frustración, que era un tema secreto y acto seguido muchos de los participantes del grupo comentaron en detalle que estrategia seguían. Yo, no solamente se la explico a quien me la pide, además la he publicado en el libro “El canario timbrado español”. Ahora bien, quizás sea el momento para insistir en el aspecto más crítico de la educación electrónica: la genética del aviario y su compatibilidad con el audio, y en concreto entre registros tonales.
Y voy a poner dos ejemplos que hacen patente lo necesidad crítica de esa compatibilidad:
- Hace unos años, cuando educaba con maestros, traje un maestro de otro aviario cuando toda mi legión de noveles estaba ya en el aviario. Para mi mala suerte el maestro cantó solo tres días, no volviendo a cantar a partir del cuarto día, víctima de una fuerte muda. Al enjaular los pichones ese año pude comprobar estupefacto que la mayoría de ellos habían aprendido el repertorio completo del maestro que solo habían escuchado tres días.
- Un criador obtiene un ejemplar que reproduce por completo el canto de un pájaro turpial en una habitación cercana ignorando por completo el audio objetivo, sus compañeros, en cambio, se decantan por el audio objetivo.
Del primer ejemplo podemos obtener dos conclusiones:
a)
Había
perfecta compatibilidad en el registro tonal entre los noveles y el maestro.
b)
Una
buena parte del grupo de noveles estaba en la etapa adecuada para asimilar el
canto del maestro. Y digo una buena parte porque bastaba con que uno o varios
canarios guía lo asimilaran para que se propagara mediante repasos en el resto
del jaulón.
Del segundo ejemplo se concluye que ese ejemplar (único resultante de un
cruce en particular) tenía un registro tonal incompatible con el audio objetivo
pero compatible con el del turpial.
Y si ponemos lo anterior en contexto podemos inferir
que la mayor parte de las exposiciones a las que sometemos a los noveles son
inútiles. Lo genial sería poder determinar cual es el momento de máxima recepción
de los pichones y limitar la escucha a ese momento. Por supuesto eso es
hartamente difícil y arriesgado pero lo que, si debemos hacer, si queremos ser
exitosos, son dos cosas:
1)
Asegurar
la compatibilidad del registro tonal entre nuestros ejemplares y el audio objetivo.
2)
No sobreexponer
a los ejemplares a largas horas de exposición al audio asegurando la existencia
de una barrera acústica natural o artificial.
Seguiré escribiendo pronto sobre el registro tonal y como asegurarlo.
Muchas gracias Don Ernesto, con ancias esperando mas sobre el tema
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