El año 2020, acompañado de la cruenta pandemia del coronavirus, aceleró el proceso de globalización de muchas aficiones que ya estaban en esa senda evolutiva gracias, principalmente, a las redes sociales. Claros ejemplos de ello son los diferentes grupos de telegram y de whatsapp donde los miembros de diferentes clubes y sociedades ornitológicas comparten diariamente diferentes facetas de su afición.
El acceso a expertos o a criadores de renombre para que compartan sus conocimientos, pasó de ser algo novedoso a un hecho cotidiano. Curiosamente fueron los clubes de Venezuela y Colombia los que originaron esta iniciativa de ciclos de charlas usualmente acompasados de una andanada de preguntas por parte de los aficionados.
Así que para muchos aficionados de hogaño es natural que a través de su teléfono móvil puedan leer un artículo recién publicado en las redes sociales, consultar a un experto veterinario aviar o acceder a información detallada sobre una materia de su interés. Pero, frecuentemente, obviamos que no siempre fue así y olvidamos ponernos en el contexto temporal apropiado al hacer juicios de valor sobre el pasado. Ponerse en contexto en tiempo y espacio es una suerte de aventura empática que nos permite valorar las dificultades, el esfuerzo y el tesón de los canaricultores de generaciones pasadas.
Los medios de comunicación
existentes son los que determinan el alcance y la coordinación de las
actividades, en ese sentido, y a modo de ejemplo, si nos trasladáramos a los
años 50 y 60 del siglo pasado podríamos valorar con mayor justicia la creación
del timbrado español. En esos años solo se disponía de comunicaciones impresas,
teléfono residencial, telegrama y fax. Así que el teléfono y el “vis a vis” eran
los medios de comunicación por excelencia. Siendo el “vis a vis” limitado
principalmente por el coste. Por comunicaciones impresas me refiero
específicamente a la publicación de libros, revistas, cartas y, en menor
escala, telegramas[1]. El
inicio de los años 50 enmarca el esfuerzo de creación del canario timbrado
español, acción liderada por un pequeño grupo de entusiastas canaricultores de
la ACE, pero ¿Cómo fue coordinado ese proceso de escogencia de aquellos
ejemplares? El esfuerzo cíclico de selección y fijación de las notas indiscutiblemente
fue más arduo de lo que imaginamos hogaño con la disponibilidad de la educación
electrónica, que en esencia es un maestro sin defectos y “a la carta”. Lidiar
con varios maestros que tengan cada uno la nota objetivo pero que a su vez
tengan algún defecto no es tarea fácil. Diez años de trabajo arduo recibiendo
fuego amigo de
De igual manera, al escuchar un
ejemplar, debemos ponernos en el contexto temporal en el cual fue obtenido. Generar
un ejemplar como el famoso “polémico” de Francisco Aroca tampoco debe haber
sido simple. Los medios de reproducción eran analógicos (una cinta o casete,
ciencia ficción para los criadores jóvenes) y los procesos de edición eran
arcaicos. No podemos valorar con el mismo baremo a los ejemplares obtenidos en
la actualidad con las herramientas de edición digital, con los detalles y
procedimientos disponibles y con la complicidad de la piratería habilitada por
las redes sociales.
Inicialmente la divulgación de la
afición se basó en las publicaciones de revistas y en el “boca a boca” entre
diferentes canaricultores, para un aficionado novel era difícil acceder a un
criador de prestigio, menos aún a sus ejemplares. Hasta hace muy poco los
criadores blindaban sus maestros haciéndolos inaccesibles para la mayor parte
de los aficionados. Y es que sin un buen maestro no había ninguna oportunidad
de ser exitoso. Hoy en día, la educación electrónica ha permitido
“democratizar” el éxito en la afición, desafortunadamente también ha permitido
que algunos sean exitosos sin conocer el código ni entenderlo,
simplemente por tener la forma de acceder a un buen audio.
Hogaño escuchar cualquier
ejemplar mediante un video o un audio y formarnos nuestra propia valoración,
antaño debíamos confiar en la opinión de otros si no podíamos asistir a un
concurso. Y es así como hoy en día nos formamos opiniones acerca de
determinados tipos de canarios del pasado basadas en las de terceros, que
puedan estar subjetivadas a su gusto, a un rumor o peor aún, a una finalidad de
promover un tipo de canario en particular.
Y este ejercicio de
contextualización no solo debemos ejecutarlo en términos de esta maravillosa
afición sino en todo análisis, y en especial, cuando algunos quieren valorar
hechos históricos usando elementos actuales con el objetivo de “cambiar” la
historia para apropiarse del relato y hacer proselitismo. Para muestra un botón,
en fin, no quiero desviarme del tema central. Así que no olvidéis el ejercicio
de justicia de poneros en el contexto histórico adecuado antes de valorar ejemplares,
hechos o decisiones históricas.
Apreciado Ernesto, tu artículo me ha remitido mentalmente a mis inicios como timbradista hace 25 años. Desde Girona concertaba con criadores de Igualada visita a sus domicilios. Pasaba el domingo escuchando sus ejemplares y seleccionando para llevarlos a casa. Cuánta humanidad había en aquellos encuentros! Cuánto aprendí de aquellos veteranos! Y sí, al principio te escondían sus maestros. Pero pude hacerme con muy buenos timbrados. Aún ahora, en la comarca de l'Anoia se siguen criando Buenos timbrados clásicos catalanes
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