Nos ha dejado D. Rafael González
Pérez, Juez internacional de Canto Timbrado Español de F.O.C.D.E. Buen juez y
mejor persona, Rafael fue uno de los promotores de esta variedad de canto.
Participó en la fundación de dos sociedades timbradistas de referencia: el Club
Timbrado Español de Madrid y la Asociación Ornitológica Las Rozas-Las Matas.
Conocí a Rafael González en el II Concurso de canaricultura de la Asociación
Ornitológica Las Rozas- Las Matas, en diciembre del 2003.
Me había hecho socio de esta asociación el año
2002, año en el que no se celebró concurso, por razones que ahora se me
escapan. Era por tanto mi primer concurso social, y estaba deseoso de aprender.
Como la organización del concurso andaba escasa de personal y viendo mi interés
me ofrecieron “pasar” pájaros a una de las salas de enjuiciamiento. Rafael
enjuiciaba junto a otro gigante del timbradismo tristemente desaparecido, D.
Álvaro Guillén. Un tándem de jueces de lujo para enjuiciar canarios timbrados
en cualquier sociedad. Ambos se convertirían en mis maestros, aunque mi amistad
con Rafael fue más estrecha. Al año siguiente, en 2004, pasé a formar parte de
la junta directiva de la asociación, primero como secretario, y años después
como como vicepresidente. Durante este tiempo trabajé con Rafael en la
asociación, del que aprendí buena parte de lo que sé del timbrado. Puedo dar fe
de que Rafael se desvivía por la asociación: se preocupaba de hacer nuevos
socios, de transmitir sus conocimientos de canaricultura a los que no sabíamos,
de hacer pedidos de jaulas, comida, medicamentos,... para luego distribuirlos
entre los socios, de pagar de su bolsillo la cuota anual a los socios que no
podían acercarse a su casa, de llevar las anillas a los domicilios de los
socios, de ir al ayuntamiento para solicitar local y subvenciones para nuestro
concurso, de ir a las reuniones federativas, de organizar los concursos
sociales,... Era una persona entrañable, se hacía querer, y transmitía a los
demás su amor por los animales en general, y por los canarios timbrados, en
particular. En su casa no sólo tenía timbrados sino también tórtolas, tortugas
moras, gatos,... a los que cuidaba con esmero. La casa de Rafael era punto de
encuentro de socios y aficionados al timbrado. Era una escuela de Canto
Timbrado. Allí disfruté escuchando timbrados, aprendiendo los distintos giros,
intercambiando opiniones con otros aficionados, comparando el canto de pájaros
de distintas líneas,... Fue Rafael quién me animó a prepararme para el examen
de Juez Nacional de Canto Timbrado, que más tarde aprobaría. Rafael tenía un
concepto clásico del canto timbrado, era partidario de los pájaros con
repertorio completo, educados con maestro. A menudo se lamentaba de la pérdida
de algunos giros en el canto de numerosos ejemplares, en concreto, de lo
difícil que era escuchar en la actualidad un buen cascabel. No era amigo de la
educación de los timbrados mediante medios electrónicos, que hoy en día muchos
aficionados practicamos por considerar que daba lugar a una canción con giros
que el pájaro acabaría perdiendo tras la primera muda. Tampoco aprobaba el
mestizaje entre distintas variedades de canarios de canto que, a su juicio,
daba lugar a una canción con exceso de aguas y floreos en detrimento de otros
giros del canto timbrado, y a líneas genéticas imposibles de fijar. Rafael,
gran amigo y maestro, te vamos a echar de menos. Descansa en paz. David
Carramolino del Valle Juez Nacional de Canto Timbrado F.O.C.D.E. Conocí a
Rafael González en el II Concurso de canaricultura de la Asociación
Ornitológica Las Rozas- Las Matas, en diciembre del 2003. Me había hecho socio
de esta asociación el año 2002, año en el que no se celebró concurso, por
razones que ahora se me escapan. Era por tanto mi primer concurso social, y
estaba deseoso de aprender. Como la organización del concurso andaba escasa de personal
y viendo mi interés me ofrecieron “pasar” pájaros a una de las salas de
enjuiciamiento.
Rafael enjuiciaba junto a otro
gigante del timbradismo tristemente desaparecido, D. Álvaro Guillén. Un tándem
de jueces de lujo para enjuiciar canarios timbrados en cualquier sociedad.
Ambos se convertirían en mis maestros, aunque mi amistad con Rafael fue más
estrecha.
Al año siguiente, en 2004, pasé a formar parte
de la junta directiva de la asociación, primero como secretario, y años después
como como vicepresidente. Durante este tiempo trabajé con Rafael en la
asociación, del que aprendí buena parte de lo que sé del timbrado. Puedo dar fe
de que Rafael se desvivía por la asociación: se preocupaba de hacer nuevos
socios, de transmitir sus conocimientos de canaricultura a los que no sabíamos,
de hacer pedidos de jaulas, comida, medicamentos,... para luego distribuirlos
entre los socios, de pagar de su bolsillo la cuota anual a los socios que no
podían acercarse a su casa, de llevar las anillas a los domicilios de los
socios, de ir al ayuntamiento para solicitar local y subvenciones para nuestro
concurso, de ir a las reuniones federativas, de organizar los concursos
sociales,... Era una persona entrañable, se hacía querer, y transmitía a los
demás su amor por los animales en general, y por los canarios timbrados, en particular.
En su casa no sólo tenía timbrados sino también tórtolas, tortugas moras,
gatos,... a los que cuidaba con esmero.
La casa de Rafael era punto de encuentro de
socios y aficionados al timbrado. Era una escuela de Canto Timbrado. Allí
disfruté escuchando timbrados, aprendiendo los distintos giros, intercambiando
opiniones con otros aficionados, comparando el canto de pájaros de distintas líneas,...
Fue Rafael quién me animó a prepararme para el examen de Juez Nacional de Canto
Timbrado, que más tarde aprobaría.
Rafael tenía un concepto clásico del canto
timbrado, era partidario de los pájaros con repertorio completo, educados con
maestro. A menudo se lamentaba de la pérdida de algunos giros en el canto de
numerosos ejemplares, en concreto, de lo difícil que era escuchar en la
actualidad un buen cascabel. No era amigo de la educación de los timbrados
mediante medios electrónicos, que hoy en día muchos aficionados practicamos por
considerar que daba lugar a una canción con giros que el pájaro acabaría
perdiendo tras la primera muda. Tampoco aprobaba el mestizaje entre distintas variedades
de canarios de canto que, a su juicio, daba lugar a una canción con exceso de
aguas y floreos en detrimento de otros giros del canto timbrado, y a líneas
genéticas imposibles de fijar.
Rafael, gran amigo y maestro, te vamos a echar
de menos. Descansa en paz.
David Carramolino del Valle
Juez Nacional de Canto Timbrado
F.O.C.D.E.
Se nos ha muerto Rafael, y con él se nos ha muerto el amigo, el maestro y el alma de nuestra asociación. A él le debemos el fuerte sesgo "timbradista" de la Asociación de Las Rozas-Las Matas, así como la afición por el timbrado de gran parte de nosotros, pero su mayor legado es el espíritu de camaradería que ha dejado en la asociación.
ResponderEliminarConocí a Rafael en los últimos 7 años de su vida, años en los que atendió a su esposa en su enfermedad, y en los que luchó contra un cáncer que a la postre acabó con su vida. Sin embargo, al recordarle me viene a la cabeza: vital, positivo, curioso, emprendedor, artista, juicioso, amante de los animales, divertido, generoso, luchador... Hay que ser muy especial para que sean estos los adjetivos que te definan cuando todo parece llevarte al abatimiento. Su buen carácter hacía que siempre fuese un placer visitarle y a tenor de la cantidad de persona con las que coincidí en su casa debía de ser un sentimiento generalizado. En mis visitas los pájaros eran la escusa pues la verdad es que al final lo de menos era esto y las conversaciones discurrían por cualquier derrotero, pintura (era muy aficionado a la pintura y muy buen pintor), música, política, religión, la vida... Se te echará de menos Rafael.