“No hay buen viento para quien no tiene puerto”
Séneca
Más que apropiada la frase de Séneca
orientada a la necesidad no solo de tener una dirección y un objetivo en la
canaricultura de canto y en especial en la del timbrado donde existen claramente
diversas tendencias y metodologías de gestión de las aves. El tiempo en la
voladera es esencial para el normal desarrollo de los jóvenes ejemplares no
sólo en términos de desarrollo corporal sino también en términos de sus interrelaciones sociales, aspecto que
no debe ser menospreciado por el criador. Además, el ave sufre uno de sus
procesos más traumáticos desde el punto biológico como lo es la muda. Finalmente, los ejemplares deben
pasar entre cuatro y ocho meses alojados en la misma.
Espacio vital
En paralelo a sus continuas luchas y
juegos, los jóvenes timbrados deben encontrar tiempo para poder escuchar e
imitar (mediante retroalimentación
auditiva) al material de educación (bien sea un maestro, un medio digital o
ninguno), el criador, para facilitar el
proceso debe evitar el hacinamiento y suministrar espacio suficiente en las
perchas de forma tal que el acceso a las mismas no sea motivo de conflicto. Una
buena medida de calcular el número de ejemplares por jaula, asumiendo un ancho
de 30 centímetros es alojar un pájaro por cada 10 centímetros de jaula, es
decir para una voladera de 1 metro x 0.30 metros, alojaremos un total de 10
ejemplares. A muchos les parecerá un desperdicio de espacio pero es una solución idónea si se dispone de espacio ya que garantiza el espacio vital para el normal desarrollo de los noveles.
Paciencia, Paciencia y…….más Paciencia
Apenas nace el mes de Junio, los
criadores cada vez pasan más tiempo en sus aviarios, armados de un teléfono
móvil, listos para dejar el registro de
los repasos y compartir sus alegrías o potenciales desdichas. Por dentro, el
deseo apremiante de que alguno de los ejemplares ejecute uno de los giros
complejos incluido en el material de educación, ya se desea que las notas sean
emitidas de forma clara y aunque no se sea plenamente consciente hay premura
por poder determinar qué han aprendido y como lo han aprendido. Algunos de los
criadores son un manojo de nervios con alto sentido de frustración constantemente exacerbado por la llegada de
nuevos videos y audios de sus compañeros de afición. Sienten que la temporada se
les ha ido ya y que difícilmente sus ejemplares podrán igualar las peripecias
auditivas que los demás envían orgullosamente. Otros se jactan de lo contrario.
A todos se les olvida que faltan al menos 4 meses antes de enjaular y uno de los períodos críticos por superar. En
ese período todo se puede ir al garete así que la cautela y la modestia deben
estar a la orden del día. Como ya se ha indicado, hay dos períodos críticos de
aprendizaje el primario que va desde los 30 días hasta los 45 días de vida y el
secundario que es el que rodea a la finalización de la muda, donde el nivel de
testosterona es una de las variables habilitantes más importantes de la
capacidad de aprendizaje y el stress el peor de los enemigos para la conservación de lo aprendido hasta la
cristalización del canto.
Desafortunadamente, es difícil que todos
los cruces planeados rindan fruto tal como fueron concebidos y por ende es
factible que varios de los noveles hagan patente su incapacidad para ejecutar
el repertorio objetivo. Cuando la certeza es completa por parte del criador se
hace necesario actuar con premura para evitar la réplica por parte de otros ejemplares, sobretodo, pertenecientes al mismo jaulón. Si se dispone
de espacio es necesario aislar a
estos ejemplares, dejarles tiempo para que evolucionen por un tiempo adicional
y entonces poder tomar una decisión final con un mayor grado de certeza. No desechemos de primera mano a ejemplares si
no estamos absolutamente seguros. La distribución
del riesgo es también una de las ventajas de alojar un número prudente de
ejemplares por voladera, en el peor de los casos el daño queda circunscrito a
unos diez ejemplares. No se debe actuar de forma visceral, se debe usar la razón y
sobretodo el oído, si se tienen dudas se debe buscar ayuda de un compañero de
afición.
Cebarse con un giro
Cuando el criador lo escuchó la
primera vez le latía el corazón aceleradamente, su pecho se infló, henchido de
orgullo, se lo quería decir a todos; mira lo que hace este ejemplar, es hijo de
tal por cual. Al poco tiempo comenzó a notar que no sólo aquel ejemplar sino
muchos de los noveles repetían incesablemente el mismo giro. A la semana, aquel
giro que tanto gustaba en un principio es ya motivo de seria preocupación. La
proyección a cuatro meses parece ya una pesadilla, el criador se lleva las
manos a la cabeza, imaginando lo repetitivo y corto del repertorio de sus
ejemplares. ¿Qué error pudo haber cometido? El protocolo a seguir se recomienda
como sigue:
1.- Aislamiento del ejemplar (o
ejemplares, siempre y cuando no se trate de un problema masivo), es un grupo
dentro de una voladera o son todos los que presentan cierta afinidad genética.
2.- Entender la causa raíz, analice
el espectrograma. Si se trata de un problema masivo, unas de las posibles
causas es el diseño de un giro o conjunto de giros dentro del audio. Contrario
a la lógica, el problema no está en el giro aprendido sino en aquellos no
aprendidos. Obviamente el canario se decanta por aquellos giros que oye/entiende
con mayor facilidad, se debe entender cuál es la diferencia entre el giro repetido
y el resto, para arreglar el resto de forma tal que no se le de preferencia al
giro repetido. Por último se desaconseja la repetición de giros en el audio ya
que puede ser una de las razones por las que se privilegie el aprendizaje del
mismo.
3.- De acuerdo a lo extensivo de
daño se debe evaluar la posible supresión del giro en cuestión sobre todo si el
último período crítico no ha concluido ya que es posible entonces, si se
efectúan las correcciones necesarias lograr cambios sustanciales en el
repertorio final.