Suscribo 100% lo expuesto por el señor Miguel del Pino, se trata de una despropósito de ley manufacturada con profunda estulticia por unos perroflautas apoyados por un gobierno secuestrado por la necesidad de mantenerse en el poder pese a no ser la preferencia de la mayoría de los españoles.
Que nadie caiga en el error de banalizar los efectos de la nueva Ley de Bienestar Animal. Se trata de algo tan enrevesado y demencial que tiene desconcertado a todo el mundo y desmoralizado al colectivo de los aficionados a la tenencia y crianza de los animales domésticos.
Constantemente cambian las referencias a la relación de mascotas clásicas que ahora pasarán a estar prohibidas, que no se podrán criar por quienes no sean "criadores autorizados", y muchas de ellas ni siquiera mantenerse en los hogares.
Se anuncian multas gigantescas, inspecciones,
exigencias burocráticas tras las que se transparenta la amenaza de nuevos
impuestos y en definitiva toda clase de trabas para algo tan, hasta el momento
inocente, como criar pequeños animales en nuestros domicilios, algo que en
referencia a numerosas de estas especies se hace actualmente en todo el mundo y
lleva cientos de años de tradición. ¿Nos hemos vuelto locos?
No es proteccionismo, es fanatismo mezclado
con ignorancia
Si la nueva Ley llega a entrar en vigor,
aficiones como la ornitofilia, que cuenta con millones de aficionados en
España, están condenadas a la extinción. Desde que ¡hace más de quinientos
años! se importaron de las Islas Canarias los primeros ejemplares del Serinus
canarius hasta la actualidad, millones de canarios se crían en todo el mundo, diversificados
en multitud de razas y variedades.
Numerosas asociaciones encuadradas en
federaciones que a su vez confluyen en la coordinación de la Confederación
Ornitológica Mundial (COM), regulan el anillado de los pájaros domésticos que
crían sus afiliados y garantizan así la trazabilidad de los pájaros que estos
producen. Todo estaba perfectamente regulado. Ahora se condena a la extinción
en España a esta forma de cultura y ciencia empírica.
Los supuestos protectores de los animales que
acaban de condenar a la extinción a la ornitofilia no pueden ni siquiera
imaginar la importancia afectiva, económica, comercial e industrial que se ha
desarrollado en torno a esta afición en todo el mundo. Los criadores de pájaros
domésticos no son en su mayoría científicos, pero sí aficionados amantes de los
animales que han llegado a acumular un verdadero caudal de conocimientos nada
despreciables.
Los criadores de pájaros conocen las
enfermedades y los cuidados de sus animales de manera admirable y sus
observaciones han servido de base en muchas ocasiones a la formulación de
medicamentos específicos y piensos especializados que dan lugar a importantes
industrias que ahora están destinadas al olvido y a la ruina.
Reconocen los directivos de las asociaciones y
federaciones de ornitofilia que no han sabido reaccionar a tiempo porque no
podían imaginar que su afición fuera satanizada y convertida en delictiva.
¡Esto no ocurre en ningún lugar del mundo! Ha habido división entre unas y
otras y, cuando han querido reaccionar con débiles protestas, el rodillo de los
fanáticos ignorantes les ha pasado por encima.
El triste San Antón animalista
Los comerciantes de productos para mascotas se
ven abocados a la ruina entre la indiferencia de las insensibles
"autoridades" que bien demuestran vivir de subvenciones y no haber
pagado una nómina en su vida. En toda Europa las llamadas
"pajarerías" se han ido adaptando a los tiempos mejorando sus
instalaciones, acatando las normas que prohibían la exhibición de animales en
los escaparates y extremando su pulcritud. De nada les ha servido.
Los aficionados temen que tener unas cuantas
parejas de pájaros exóticos les convierta en delincuentes y les haga objeto de
multas disparatadas; ha empezado la suelta de pájaros que, lejos de su
alojamiento doméstico están condenados en pocas horas a una muerte segura por
inanición o predación. Ha comenzado la gran extinción que va a conducir a la
completa desaparición de un caudal genético acumulado durante siglos.
Hay que reconocer a los desesperados
ornitófilos una idea reciente y magnífica: divulgar y recordar a sus millones
de aficionados quiénes son los partidos que han votado a favor de esta Ley
cuando las elecciones sean inminentes. A lo mejor la sangría de votos supera
todo lo previsto por los fanáticos del animalismo.
Por cierto, a los pertenecientes al PSOE,
firmantes y cómplices de la Ley, de marcada ideología podemita, me gustaría
relatarles una manifestación que escuché personalmente a quien en su momento
era alcalde de Madrid, Enrique Tierno Galván, con motivo de su visita a una
exposición de ornitofilia en la rosaleda del Parque del Oeste madrileño:
"Aficiones como esta de ustedes son parte importante de la paz", dijo
Don Enrique.
No suelten sus pájaros
Porque conduciría a sus animales queridos a una muerte segura. Vamos a tratar de rebatir legal y políticamente esta sucesión de disparates. La lista de especies que no se pueden tener en cautividad está escrupulosamente registrada por el Convenio conocido como Cites que todo el mundo civilizado respeta. España se aparta ahora del Cites por reducción al absurdo al pretender aumentar esta relación y extenderla a la inmensa mayoría de las especies que hasta ahora se criaban en cautividad.
Hay en Podemos numerosísimos legos en materia ambiental que se mueven y legislan a impulsos animalistas radicales pero ¿qué opina del tema el Sr. López Uralde, podemita obligado a conocerlo desde su condición de líder ecologista? ¿Se ha formado alguna vez una peligrosa colonia invasora de mandarines, periquitos o diamantes? ¿Se atrevería a debatir sobre ello?
Tampoco confiamos en la Sociedad Española de
Ornitología, mucho más implicada en los últimos años en la lucha contra el
supuesto cambio climático que en defender a las aves, sin poner el grito en ese
cielo agitado por los gigantescos molinos asesinos de pájaros. A los
ornitófilos les han dejado abandonados todos los que no les comprenden.
La cría, e incluso la tenencia, de mascotas en
condiciones de excelencia no tienen nada que ver con el maltrato animal. Esa es
otra historia, también tratada de manera muy desafortunada por los legisladores
animalistas que no ponen obstáculos al fomento de colonias de gatos en espacios
protegidos. De ello hablaremos en otro momento.
Miguel del Pino, catedrático de Ciencias
Naturales.