lunes, 22 de abril de 2019

Curiosidades de la cría (I)


Los últimos serán los primeros

Los criadores que practican el uso de huevos artificiales para la sincronización de nacimientos de la puesta, con frecuencia observan que, a pesar de haber devuelto todos los huevos originales de forma simultánea, los nacimientos no ocurren a la vez. Curiosamente, el orden de eclosión es inversamente proporcional a la secuencia de la postura. Esto es debido a que cada día de almacenamiento retrasa la eclosión en unos minutos (en ocasiones, horas), obviamente, este retraso es despreciable en comparación con el impacto en la supervivencia de los nacimientos asíncronos.  Habrá algún criador que sostenga que, en más de una ocasión, no ha reemplazado los huevos y obtuvo nacimientos síncronos. 

La variable que entra en juego en esos casos es la incubación óptima, cuyo inicio es inconstante y depende en gran medida del grado de celo de la hembra, entre otros factores. La incubación óptima se produce cuando la hembra es capaz de producir de forma sostenida, a través de la placa incubatriz, el calor suficiente para romper el cero fisiológico, definido como la temperatura a partir de la cual comienza el desarrollo del embrión. Así mismo, periodos de almacenaje superiores a los 7 días incidirán en la viabilidad del embrión, circunstancia que solo se presentará en el caso del uso de nodrizas o sincronización de las puestas de varias parejas.

Podemos tener casos variables, una hembra que pone tres huevos en secuencia Inter diaria y que todos los nacimientos de la puesta sean síncronos mientras que en otra postura de secuencia Inter diaria los nacimientos se suceden con un día de por medio. Como es difícil predecir cuando comienza la incubación óptima en una determinada hembra, es en altísimo grado recomendable, el uso de los huevos artificiales. Anecdóticamente uno de los motivos que me impulsó a investigar los intríngulis de la incubación fue el comentario de un criador que sostenía que él solo podía retirar los huevos muy entrada la noche, al retornar de su trabajo, sosteniendo que igual manera lograba nacimientos síncronos. Una señal de advertencia para aquellos, que, como yo, en un principio, salen corriendo a retirarlos apenas eran puestos.



Eliminando el infame doré

Este es el segundo año que logro evitar la aparición del infame doré, la maldición que tiñe a nuestros noveles de intensos matices anaranjados sugiriendo subrepticiamente cruces con ejemplares de factor rojo, y por ende, haciéndolos candidatos a la descalificación. Aunque es muy remoto que un ejemplar con cruce cercano con individuos de factor rojo pueda ejecutar con la brillantez necesaria un repertorio complejo propio de un timbrado, la aplicación automática del reglamento de al traste con el trabajo de meses por parte del criador. La aparición del doré en el timbrado es de reciente data y coincide con el uso de colorantes en avicultura de producción y en otras industrias como las piscifactorías para lograr un producto de mayor coloración y por ende mas atractivo para el consumidor. Irónicamente, la realidad es lo inverso, aquellos huevos con coloración más rojiza son las que presentan una mayor incidencia de colorantes artificiales claramente perniciosos para la salud.



El impacto de los alimentos que contienen colorantes artificiales se centra en aquellos ejemplares con plumaje de fondo “verde”, es decir amarillos, píos y verdes, sin distinción entre noveles y adultos. Y no importa que tan puro sea el ejemplar de timbrado español, el colorante artificial lo afectará irremediablemente.

Algún criador avezado pudiera argüir que existen muchos productos consumidos por nuestros canarios que aportan doré, y cito como ejemplo el brécol y la zanahoria. La realidad es que solo aquellos ejemplares con factor rojo en su genética serán afectados por el consumo de estos productos que contienen caroteno de forma natural mientras que las aves que reciben en su alimentación productos que contienen colorantes artificiales como los huevos y ciertas pastas de cría adquirirán doré en su plumaje.  La disponibilidad de pastas blancas o exentas de doré elimina el riesgo de igual manera el uso de huevos producidos en granjas ecológicas garantiza el resultado. Recordemos que el primer digito que viene impreso en los huevos indica el tipo de alimentación de las ponedoras y por ende su origen.

De cualquier manera, no en todas las latitudes se consiguen las pastas exentas de doré ni tampoco los huevos se marcan adecuadamente con su procedencia. Mi solución en particular se basó en suspender el uso de huevos de cartón y de pastas, reemplazándolos por una pasta casera y brécol, no es precisamente un sistema más económico, pero si garantiza la no aparición del temido doré.

El debate sobre antibióticos y el cebado manual


El uso de antibióticos durante la cría es sin lugar a dudas un tema polémico. Mientras que un grupo de criadores sostiene que es perjudicial para la cría ya que su uso continuado genera resistencia del organismo a los antibióticos, por ende, dejando sin recursos a los criadores frente a enfermedades, que, en otras circunstancias, serían fácilmente tratables. Es difícil definir el grado de mengua de la resistencia a los antibióticos, pero no puede negarse la existencia del problema.  En mi opinión, el factor crítico yace en que, si uno ha tratado y preparado adecuadamente a los ejemplares para la cría, se hace innecesario el uso de antibióticos. Desafortunadamente no es mi caso, la falta de tiempo y mis constantes viajes me dificultan la preparación adecuada y sistemática para la cría, si a ello le sumamos la presencia de altas temperatura y de humedad en mi aviario, constituyéndose un caldo de cultivo para ácaros y diferentes tipos de bacterias no me queda mas remedio que recurrir a la famosa oxitetraciclina adicionada con vitaminas, una suerte de Tabernil Cría del de antaño que garantiza la supervivencia de la mayoría de los pichones.

Me gustaría dejar a las nidadas a su suerte y que sobrevivan aquellos ejemplares de mayor fortaleza, pero siendo yo responsable de la situación y criando en un periodo tan corto de tiempo no puedo darme ese lujo. Quizás el efecto de esta práctica pase su factura con el pasar del tiempo, y quizás sea el precio que pagar eventualmente, pero hasta ahora solo ha sido una garantía de cierto grado de éxito en la cría. Entre tanto, cada vez que evalúo la situación me acuerdo de una conversación de la frase lapidaria del entrañable Álvaro Guillén García:

- ¿y a ti como se te ocurre criar sin Tabernil Cría? – con razón te va mal……… y tenía razón, de alguna manera. En fin, cada maestrillo con su librillo.

Tampoco deja de ser polémico el tema del cebado de los pichones, hábito que, defiendo a ultranza y si dispongo de suficiente tiempo, ejecuto rigurosamente entre los días 2 y 10 de vida de cada nidada. Sobre el décimo día de vida los pichones suelen adoptar la actitud criptica (como bien la bautiza Miguel del Pino Luengo en “La Cría del Canario”) en respuesta a lo que consideran una amenaza. La práctica del cebado me ha traído muchísimas satisfacciones no solo traducidas en salvar polluelos destinados a morir bien sea por inexperiencia de la canaria o por tratarse de nidadas numerosas en las que existe una competencia feroz entre los hermanos. Si bien es cierto una buena canaria gestiona con solvencia una nidada copiosa, el ayudarla cebando una o dos veces diarias contribuye a mitigar el desgaste de saciar unos polluelos cada vez más exigentes en su demanda alimenticia. Y para no dejar a duda, varios de los mejores ejemplares que he obtenido lograron sobrevivir mediante el cebado.
Se bien que a muchos de los criadores experimentados poco le habrán aportado estas líneas, pero me debo a los aficionados noveles, a quienes espero que los infortunios de la cría no debiliten su motivación.