Ha
cerrado ya la temporada de cría para la mayor parte de los criadores de
timbrados, la ilusión está puesta en los jóvenes ejemplares que hemos obtenido
con esos cruces que diseñáramos pensando en las voces resultantes, en las facultades
canoras de alguno de los progenitores o simplemente producto de algún
capricho que nuestra intuición nos apunta como exitoso. Hemos ido separando los
jóvenes noveles y los hemos colocado lejos del bullicio de los machos adultos y
de las hembras de voz mañosa o de incipientes y entrecortados floreos. El
propósito ha sido proveer a los pichones
de un ambiente libre de interferencias auditivas no deseadas, con el
objetivo de que se concentren en el aprendizaje del material que les hemos
diseñado o en el caso de aquellos criadores
que no educan, de la ausencia de cualquier material.
Siempre,
en esta etapa, he considerado pertinente señalar la importancia de separar los pichones en voladeras de un máximo
de 10 ejemplares, cada una de éstas, en la medida de lo posible, con su propio sistema de altavoces (al
menos un altavoz) en contraposición a voladeras con un gran número de aves que
no solo propician vicios entre los jóvenes timbrados sino que además dificultan
la identificación de determinados ejemplares que eventualmente puedan arrastrar
negativamente a sus compañeros y dar al traste con el esfuerzo del recién concluido
periodo de cría.
Esta división en lotes de diez nos protege de
voladeras donde por nuestra falta de pericia o simplemente por falta de tiempo
y observación no nos hemos percatado de los ejemplares avezados. En otras
palabras, y como se diría en términos gerenciales; estamos mitigando un riesgo.
Hay
también otros criadores, pocos, a los que les gusta experimentar aislando
ejemplares y sometiéndolos a los mecanismos de educación similares a los
utilizados por los silvestristas. Los resultados, más regulares que buenos,
dejan mucho que desear en términos del esfuerzo empleado y de las consecuencias
del aislamiento social al que ha sido sometida el ave. Es por ello que yo
desaconsejo esta última práctica.
En
estas voladeras de a diez ejemplares, mantengo a los canarios estrictamente agrupados por su orden de nacimiento y
siempre manteniendo a las hembras junto con los machos. Esto último, a mi
parecer, contribuye a que nuestros noveles tengan un desarrollo “social” lo más normal posible. Rara vez he tenido
ningún problema con esta manera de juntar y si observara alguna anomalía actúo
de la manera más expedita separando al ejemplar culpable. Durante las horas
dispuestas, y ya comentadas anteriormente en otro artículo del blog, escuchan
el material de aprendizaje, durante sus descansos, no escuchan nada a menos que
haya tenido que utilizar una barrera acústica por no disponer de un ambiente
separado en el aviario. Como barrera
acústica, ya que seguro os ha surgido la pregunta, suelo utilizar música
clásica a base de guitarras o de piano, me ha ido bien así y no descarto que
algún otro género musical o simplemente la voz de algún locutor en la radio sea
igualmente efectivo, pero ya que no lo he probado, no puedo recomendarlo.
Otro
aspecto muy importante que seguro observáis en las voladeras con algún nivel de
inquietud es el temprano establecimiento
de hegemonías, algunos ejemplares, usualmente machos, se erigen como líderes
de su hábitat persiguiendo incansablemente a otros jóvenes machos o a tímidas
hembras. Esto es absolutamente normal, solo que si el comportamiento de estos
líderes está asociado a un comportamiento sexual activo, es decir, con
presencia de actitudes de cortejo y
canto acelerado o subido de tono, debemos actuar con premura separando a
estos ejemplares en ambientes donde puedan tranquilizarse sin influir en el
normal desarrollo de la educación de sus compañeros.
Uno de los consejos que os
puedo dar y que me funciona muy bien, es el de garantizar que los jóvenes
pichones pueden tener posaderos
individuales sin molestarse. Rescaté esta idea de las prácticas de algunos
criadores de malinois y de roller, y en los últimos dos años no he tenido
ningún problema de picaje, además (y esto es lo mejor) de obtener ejemplares de
cantos disimiles dentro de la misma
voladera.
En
términos de ambiente, además de suficiente espacio para desplegar las alas en cortos vuelos y suficiente número de
posaderos, debemos además suministrar constantemente hueso de jibia, calcio y grit. Las jaulas, en la medida de lo
posible deben posibilitar durante al menos minutos el acceso a la luz solar (y si es posible, directa). El criador
debe a su vez proveer de al menos un baño semanal a sus ejemplares evitando a
toda costa la presencia de corrientes de aire.
La alimentación debe ser variada en semillas conteniendo al menos alpiste,
nabina o colza, mijo blanco (en pocas cantidades) y perilla. Se deben evitar las semillas que inciten al celo
como el negrillo o el cañamón. En cambio, al menos tres veces
a la semana, debemos suministrar lechuga
y brócoli, una par de veces a la semana manzana, naranja o melón, con
preferencia en la primera. La avena y el pastón se proporcionan una vez a la
semana para mantener el nivel de grasas y nutrientes en los niveles
adecuados.
Nuestras mejores armas, para evitar desatinos, son nuestra pericia y la observación, si actuáis prontamente cuando observáis alguna
anomalía podréis salvar ejemplares del deterioro y por ende capitalizar el
esfuerzo de toda la temporada de cría.
La próxima etapa es la de enjaulamiento,
(sobre esto también he escrito un
artículo anteriormente) ahí os recuerdo que lo más importante es separar los
ejemplares de acuerdo a su nivel de maduración tanto física como canora y no en
forma cronológica (todo esto, claro está, si disponemos del espacio adecuado). Desde
ya os deseo suerte a todos y sobre todo, si cometéis errores que podáis
aprender de ellos y establecer las acciones correctivas de cara a las próximas
temporadas.
Tenéis
que pensar que esta es una de las fases más críticas del desarrollo de los
canarios de canto ya que es en ella, donde establecen
la fundación de su repertorio, el cual sufrirá adiciones o pérdidas dentro
de los posteriores ciclos de muda(dependiendo del impacto individual de proceso
de neurogenesis), pero esta base permanecerá durante la mayor parte del
ciclo de vida del ave.
En
el mundo del timbrado, lejos está todo
de saberse y estar inventado, por el contrario el minucioso y sistemático análisis de los detalles, la experimentación controlada y el constante deseo de aprender nos
proporcionan un enriquecimiento constante de nuestro conocimiento relativo a
este apasionante hobby.